El Duende de Paco de Lucia

Por Liliana Nogueira-Pache


La guitarra siempre ha formado parte de mi vida. Mi hermano es un virtuoso y yo, aunque mal, consigo algún que otro acorde.  Pero no fue hasta que escuché por primera vez a Paco de Lucía que el ritmo flamenco me atrapó. No era el flamenco clásico que me aburría y asociaba con las flamencadas, como  despectivamente mis amigos y yo llamábamos a la jerga folclórica a que nos tenían acostumbrados. España era diferente: toros y flamenco porque hasta los gallegos cantamos y bailamos sevillanas, faltaría más.
Entre dos aguas, allá por los años setenta, terminando el bachillerato, cuando  nos reuníamos para charlar de nuestro futuro en la universidad y otros mañanas, era nuestro telón de fondo musical. Una explosión de sonidos nuevos. Ya no era solo la guitarra española. Percusión, bongos, flautas…
Paco de Lucía comenzó una revolución. Ritmos diferentes, Jazz, Bossa Nova, Blues… Mestizaje de sonidos y melodías ¿Y cómo no?  ¿No es la guitarra el alma del pueblo gitano, que habla, que nos cuenta sus historias? Su largo caminar desde India  a Andalucía. Siglos recorriendo voces árabes, letras judías, coplas gitanas y romanzas cristianas.  Jarchas. Polifonía.
Al di Meola, John Mc Laughlin, Manuel de Falla,  Ravi Shankar, Isaak Albéniz,  Chick Corea, Carlos Santana, abrazos sincopados, Río ancho* que se extenderían mucho más allá de su Algeciras natal. Un payo gaditano con duende gitano.
Te veo en la Plaza de la Constitución, en el casco viejo de Vigo, una noche de verano,  mucho antes de  que Inglaterra hubiese entrado en mi horizonte.  Una noche cubierta por la niebla de agosto. Creyendo que tu concierto se suspendería, caminaba con pocas ganas, esperando escuchar  la ya conocida cantinela anunciando la suspensión del concierto por las adversas condiciones meteorológicas. Porque  y además una llovizna tonta se había adherido a la fiesta.
Pero eso no fue lo que escuché. Rasgueos, vibraciones de cuerdas y murmullos se escapaban por entre las callejuelas que llevaban a la plaza.  Y allí,  en una tarima, iluminado solo por las antiguas farolas de la plaza, estabas tú y tu guitarra. Y no te importaba ni la lluvia, ni la niebla. Y yo no sé si tú tampoco, como yo, las sentías. No sé si esa noche un encantamiento nos llevó lejos, muy lejos  de la fría y  húmeda plaza del  viejo ayuntamiento. No sé si te confabulaste con la meiga de la música para transportarnos a ese lugar donde estoy segura que ahora estás en armonía con la eternidad. Pero los ecos de esa noche nunca desaparecerán de mi memoria.
Gracias por tu música. (Paco de Lucía Algeciras, España  21 diciembre 1947 - Cancún, México  25 febrero 2014)

 
(English translation, below)

The Magic of Paco de Lucia 
The guitar has always been part of my life.  My brother is a virtuoso and even I can manage a chord or two, albeit badly, but it wasn’t until I heard Paco de Lucía for the first time that the rhythms of flamenco enticed me.  It wasn’t the classical flamenco, which bored me and which I associated with flamencadas, as my friends and I called the pseudo folkloric mumbo jumbo they fed us on a daily basis.  Spain was different:  bullfighting and flamenco and of course even the Celtic Galicians danced sevillanas.
Entre dos aguas (Between Two Waters), way back in the 1970s, as I was finishing secondary school, when we got together to talk about our future at University and other futures, was our musical background.  An explosion of new sounds.  No longer was it just the Spanish guitar. Percussion, bongos, flutes …
Paco de Lucía started the revolution.  Different rhythms from jazz, bossa nova, blues … A crossbreeding of sounds and melodies, and why not?  Wasn’t the guitar the soul of the gipsy people, through which they speak, that tells us their stories, of their long road from India to Andalusia?  Centuries embracing Arab voices, Sephardic poetry, Gipsy folk songs, Christian romances.  Jarchas.  Polyphony.
Al Di Meola, John McLaughlin, Manuel de Falla, Ravi Shankar, Isaak Albéniz, Chick Corea, Carlos Santana, syncopated embraces, Rio Ancho, a wide river which stretched far beyond his native Algeciras.  A payo1 from Cadiz with gypsy magic. 
I still see you in Constitution Square, in the old town of Vigo, on a summer’s evening, long before the idea of coming to England was on the horizon.  An evening blanketed by a damp August sea fog.  Thinking that your concert would be cancelled I walked to the venue reluctantly expecting to hear the familiar announcement that the event had been called off because of the weather, because a fine drizzle had joined the party.
But that’s not what I heard.  Strumming, guitar strings being plucked, murmurings ran through the narrow streets leading to the square.  And there you were, with your guitar, on a small platform illuminated only by the old lampposts around the square.  You were indifferent to the rain and the fog.  I don’t know whether, like me, you were oblivious to the elements.  I don’t know if on that night of enchantment we were carried away, very far away, from the cold, damp square of the old town hall.  I don’t know whether you had made a deal with the sorceress of music to transport us to that place where, I am sure, you are now in harmony with eternity.  I do know that the echoes of that night will never fade from my memory. 
Thank you for the music.  (Paco de Lucía – Algeceiras, Spain 1947 – Cancun, Mexico 2014)
1 term used by Spanish gipsies to refer to a non-gypsy.

 

Comments

  1. Estoy de acuerdo contigo, todo lo que tuviese que ver con el flamenco ,en la España franquista, lo despreciábamos......
    Ayer, conseguí ver fragmentos de un reportaje, en el que Paco repasaba su vida , y me acercaba a una figura desconocida para mí a nivel humano, y también al artista que mostraba su ansiedad ante el reto de lo nuevo, de crear aportando creatividad.
    En España somos muy "cainitas" siempre la valoración es mayor en el extranjero que en tu propio país.
    Muy entrañable tu comentario.Bicos

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